Sentía una extraña responsabilidad que no había nunca antes sentido. Siguió mirando como caían más y más gotas de agua y fue entonces cuando se dio cuenta. Fue entonces cuando se formuló aquella cuestión que todos, alguna vez, nos hemos hecho: ¿Qué estoy haciendo con mi vida? Al no tener la respuesta quiso abandonarlo todo, olvidarse y ser egoísta, como todos los humanos. Pero no, ella quería ser diferente, no igual al resto, ella quería destacar. Decidió atacar, arriesgar, al fin y al cabo nunca había conseguido mucho por lo tanto tampoco perdería nada. Se levantó de la silla y, con sólo su bondad como arma, fue a salvar al mundo.

Y, al escapar de la sociedad, fue libre.