Érase una vez una babosa. Nuestra protagonista soñaba con ser un caracol. Se sentía sola e indefensa como nadie en el mundo. Necesitaba algún sitio dónde refugiarse cuando estuviera triste, cuando lloviera, un sitio que le diera calor en lugar del frío que sentía. Un día la babosa encontró una concha que algún caracol había dejado tras morir. ¡Estaba tan contenta! Por fin tendría un sitio dónde meterse y vivir tranquila. Disfrutó hasta que un hombre con zapatillas del número 45 las pisó a su concha y a ella. Antes de morir la babosa se dio cuenta de algo; ella no iba a ser nunca un caracol y aquella concha nunca la llenó, al contrario, le hizo sentir más frío del que antes sentía.