Caminaba por la calle y me topé con una paloma. Estaba malherida. Tras preguntarle me contó que le había pasado y es que tenia las alas estropeadas de tanto cruzar los mares. Ella quería morir, no quería vivir con un ala mal. Le dije a la paloma que no se suicidase. Me miró y le dije en voz alta y clara: córtate las alas y corre, valiente.