
Él no sabía que hacer, estaba confuso, quería gritarle al mundo que la quería pero no podía pues aunque lo escucharan no lo entenderían. Sus lágrimas era cálidas y se deslizaban con facilidad por sus mejillas, su manos temblaban y nombraban el miedo que sentían pero él solo podía escuchar a su corazón que lo obligaba a ir tras aquella mujer, aquella mujer a quien le había dado el mundo, ese mundo que le costó tanto formar, el mundo el cual había construido para ella y el cual ella lanzo al universo para que se quedara ahí como un mundo más. El efímero tiempo pasaba y él no sabía que hacer hasta que su cabeza reaccionó.