Creo que alguien dijo una vez:
Ni tú ni yo
el destino castigó el error
agua y fuego
no podía dar más que vapor
que ante nuestro ojos
se desvaneció
hirió
sin dejar consuelo
al sueño
del que alguna vez amó
y no fue correspondido
aquel cuyo corazón ennegrecido
y ojos rojos llora ahora horas
de suspiros empedernidos perdidos
vencido, abatido
de ceño fruncido
fracasado, derrotado
maldice el final amargo
que me despertó de mi letargo
dejándome pasivo
saboreando el peor sabor
el desamor, el sin sentido
arrepentido
sin haber podido
dar más
alcanzar
aquello que
más amaba
arrepentido
con esperanza
hizaba
las velas de un barco
que sin remedio
acabó hundido
arrepentido
de no haber sido
capaz de borrar
el dolor que estaba
dentro escondido
arrepentido, elidido
mirando el cielo estrellado
que ante mí tengo ofrecido
y sin duda, te hubiera dado
y en mi cuarto por las noches
aun consigo retratarte
y ninguna frase hiperboliza
lo que quería darte
que hasta los poetas
les faltan facetas
para facilitar el entendimiento
de todo y cuando por ti siento.
[...]
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