
Había una vez.. una pequeña princesa, la más hermosa de todo el reino, aunque estaria mejor decir de todo el universo. Ella, como ya he dicho, era la más hermosa, tanto que todas las otras chicas la envidiaban. Una día, la princesa estaba llorando en un lago de un bosque muy bello y con abundante vegetación. Las lágrimas de la princesa caian como gotas de rocío al amanecer, de sus hermosos y sinceros ojos negros resbalaban éstas, caían desde sus rosadas mejillas acariciando sus dulces labios con textura de melocotón y sabor a fresa, caían al agua del lago. Cerca de un nenúfar yacía una rana verde y fea. Se acercó a la princesa que lloraba. La miró. Ella respondió la mirada. Suavemente, con sus delicados dedos secó una de esas lágrimas que resbalaban por su piel y siguió mirando a la rana esperando a que ésta hiciera algo.
- Dulce niña de cabellos negros. ¿Por qué lloras?
- Porque todas las niñitas me odian y no dejan que vivir en paz.
- No hay razones para llorar.
- Si las hay, no tengo amigas... y todo porque soy una princesa.
- ¿Una princesa? - Preguntó la rana con interés.
- Sí. Una princesa.
- ¿Y que es una princesa?
- No sabria como explicarte.
- Ooh.
- Solo te puedo decir que es alguien que manda del reino. ¿Y tú? ¿Que eres?
- Yo soy una rana.
- Oh, asi que te llamas rana.
- No, no tengo nombre.
- ¿No tienes algo para identificate?
- No.
- Oh.
- Solo sé que yo antes era una persona como tú.
- ¿Si? ¿Y que te hizo cambiar?
- Un beso.
- ¿Un beso?...
- Sí, un beso.
- ¿Y por qué?
- Los besos son mágicos, y magia hay de muchos tipos, las más conocida es la magia blanca, la negra y la caótica. La mujer que me lo dio estaba llena de maldad...
- ¡Oh! Entiendo. ¿Y si te doy yo un beso?
- ¿Por qué?
- Quizás asi pueda devolverte a tu forma original.
La princesa ofreció su mano para que la rana saltara encima de ella. Esta lo hizo así. La princesa se alzó y cerro los ojos, acerco sus labios y besó a la rana, un beso cálido y mágico.
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